Existen dos tipos de calefacción por energía solar, una, la más conocida, calefacción de agua para el uso doméstico, también conocida como ACS (agua caliente sanitaria), y la calefacción por suelo radiante con la ayuda de la energía solar, que es la que trataremos en este artículo.
En el otro tipo de calefacción por energía solar, conocida comúnmente como suelo radiante. El agua que circula tiene una temperatura que no supera los 30º C. necesitando menos energía para calentarla. Otro punto a tener en cuenta es que la distribución del calor por un ambiente utilizando este sistema es más fácil y rápida. Funciona distribuyendo el calor por el suelo y calentando el aire desde abajo y este al ir subiendo por convección, calienta a su paso el resto de la habitación.
Existen varias posibilidades técnicas, como la instalación en el suelo de cables metálicos que actúen como una resistencia eléctrica, otra opción es la de por folio (lámina) radiante, aunque la más extendida en la utilización de un tubo de polietileno reticulado o polibutileno, por el que se hará circular agua caliente entre 35º y 45º( calentada mediante una caldera a gas o gasoil).
La instalación propiamente dicha comienza con unos paneles aislantes, sobre el forjado de la vivienda; sobre ese aislante (poliestireno expandido o extruido) se colocan los tubos calefactores en forma espiral, sin uniones de ningún tipo. Sobre ellos, se añade una capa de hormigón de entre 30 y 60 mm de espesor, a la que se añade uno o más productos que mejoren su viscosidad en el momento del uso, y el efecto de transmisión del calor posterior.
Incremento del espacio útil de la vivienda. Se trata de un sistema de calefacción invisible. No existen calefactores (radiadores) a la vista, con lo que las posibilidades de decoración de interiores se amplían y los riesgos de golpes y quemaduras desaparecen.